Analizamos Lucy Dreaming
Este juego es una joyita indie que se nota hecha con mimo y mucho amor por las aventuras gráficas clásicas. Desde el primer momento te mete en la piel de Lucy, una niña británica de trece años con más sarcasmo que paciencia, que está harta de tener una pesadilla recurrente en la que cae al vacío una y otra vez. Y claro, como buena protagonista de point & click, decide que ya está bien de sufrir y se pone manos a la obra para controlar sus sueños. ¿Cómo? Pues con una caja de sueños que ella misma construye, metiendo objetos que influyen en lo que va a soñar. Es como hacer alquimia onírica con peluches y libros de chistes.
La historia se divide entre el mundo real y el mundo de los sueños, y lo curioso es que ambos están conectados. En el mundo real, Lucy investiga un asesinato ocurrido hace años en un parque temático llamado Disleyland (sí, con ese nombre tan británicamente absurdo), mientras que en sus sueños se enfrenta a situaciones surrealistas que, aunque parezcan locuras, le dan pistas para resolver el misterio. Es como si cada sueño fuera una pequeña aventura dentro de la gran aventura, y eso le da al juego una variedad que se agradece muchísimo.
Los personajes son un desfile de loquillos encantadores. Desde el cura que tiene debilidad por la mermelada y los escotes, hasta el fotógrafo que odia a los pájaros con una pasión desmedida. Todos tienen diálogos cargados de humor británico, con referencias culturales que a veces te hacen reír por lo absurdo y otras por lo ingenioso. Lucy, por su parte, es una protagonista con mucha chispa. Rompe la cuarta pared, se burla de los clichés del género y tiene respuestas para todo. Es como si fuera consciente de que está en un videojuego y se divirtiera con ello.
La jugabilidad es clásica: point & click puro y duro, con cuatro acciones básicas (mirar, coger, hablar y usar) que puedes alternar fácilmente. El inventario está siempre a mano, y aunque a veces se llena de objetos que parecen inútiles, el juego tiene la decencia de eliminar los que ya no sirven, lo cual evita el típico “voy a probar esto con todo a ver si cuela”. Los puzles están bien pensados, con lógica interna que respeta el tono del juego. Algunos son más absurdos, sobre todo en los sueños, pero nunca llegan a frustrar. Y si te atascas, hay un sistema de ayuda que te señala los puntos calientes sin darte la solución directa, lo cual es un buen equilibrio entre reto y accesibilidad.
Visualmente, el juego tiene ese estilo pixel art que recuerda a los clásicos de LucasArts, como Monkey Island o Day of the Tentacle. Pero no se queda en la nostalgia: cada escenario está lleno de detalles, con objetos que puedes inspeccionar aunque no sirvan para nada, solo por el placer de leer lo que Lucy tiene que decir. Y eso es parte del encanto: el juego no te obliga a correr, te invita a explorar, a reírte, a disfrutar del viaje.
En cuanto a duración, te puede llevar unas 7 a 10 horas, dependiendo de lo mucho que te entretengas con los diálogos y los escenarios. Y aunque el final puede parecer un poco apresurado, el camino hasta llegar ahí está tan bien construido que se lo perdonas sin problema.
En resumen, Lucy Dreaming es como ese libro que te encuentras por casualidad y que acaba siendo uno de tus favoritos. Tiene humor, misterio, personajes memorables y una protagonista que se gana tu cariño desde el primer clic. Si te gustan las aventuras gráficas con sabor a clásico pero con ideas frescas, este juego es un sueño hecho realidad.
Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: