Analizamos My Friendly Neighborhood

My Friendly Neighborhood es como ese colega que parece buena onda, sonriente, simpático… pero que de repente te suelta una historia turbia que te deja pensando toda la noche. A primera vista tiene colores vivos, marionetas que parecen salidas de un programa infantil olvidado y un rollo medio kitsch, pero detrás de esa fachada hay una joya que te engancha desde el minuto uno. Empiezas siendo un técnico cualquiera, que simplemente va a desconectar una emisora vieja que se puso a transmitir sin motivo. Pero cuando entras en ese edificio, te topas con un batallón de marionetas que no están bien de la cabeza. No son monstruos feos ni criaturas grotescas. Son títeres con sonrisas amplias, vestiditos ridículos y voces dulces… que te quieren dar amor a base de palazos. Lo perturbador está en que todo se siente como un sitio en el que deberías estar seguro, pero algo no cuadra y eso te atrapa. Y el juego, en vez de irse por lo fácil —sustos a lo loco o tripas por todos lados— apuesta por el ...