Analizamos The Wandering Village

The Wandering Village es ese juego que parece salido de una noche loca entre SimCity, Nausicaä del Valle del Viento y un Tamagotchi con complejo de montaña. Imagínate un mundo que se ha ido al garete por culpa de unas toxinas chungas, y un grupo de aldeanos que no se rinden. ¿Qué hacen? Se topan con Onbu, una criatura gigantesca con pinta de tortuga-dragón, y deciden montarse la aldea encima de su lomo. ¿Innovador? Sí. ¿Un poco loco? También.

Este no es el típico juego de gestión donde construyes edificios y ya. Aquí, además de cuidar a tus aldeanos, tienes que mimar a Onbu. Porque el colega tiene hambre, sueño y carácter. Puedes construirle una catapulta para lanzarle comida como si fuera tu mascota gigante, acariciarle la cabeza para que te coja cariño, o guiarlo por caminos que a veces dan más miedo que confianza. Pero ojo, que si lo tratas mal, se planta y pasa de ti. Y no quieres eso cuando tus cultivos se están marchitando y tus aldeanos parecen estar en huelga de brazos caídos.

La jugabilidad es una mezcla entre relajada y “sálvese quien pueda”. Puedes ir a tu ritmo, viendo cómo florece tu aldea y explorando nuevos biomas, pero también hay momentos tensos como cuando aparece una zona tóxica y empiezan a salir plantas venenosas por todas partes. Tus aldeanos, que a veces tienen la proactividad de una maceta, no siempre reaccionan como te gustaría, así que toca apañarte como puedas.

El juego tiene dos modos: relajado y supervivencia. El primero es ideal para disfrutar sin presiones, y el segundo... bueno, podría apretar más, pero te pone en situaciones que requieren cabeza fría y estrategia. Entre la recolección de recursos, las decisiones morales y la planificación urbana sobre una criatura móvil, no te vas a aburrir.

Visualmente, es una joyita. Estilo artístico cartoon con toque tribal y ambientación mágica que te atrapa. Ver a Onbu pasearse por paisajes cambiantes mientras tu aldea crece es como estar en una road movie ecológica, pero con menos gasolina y más hojas medicinales.

En Xbox va como la seda. Tanto en Series X/S como en One —y sí, también en Xbox Cloud Gaming para los que les gusta jugar en cualquier rincón—, la experiencia es fluida y cómoda. Los controles están bien adaptados, y a las pocas partidas ya te manejas como si hubieras nacido gestionando aldeas ambulantes. Además, como está en Game Pass, ni siquiera tienes que pensártelo mucho: lo pruebas, y si te engancha, ya sabes dónde se te van a ir las horas.

En resumen, The Wandering Village es una experiencia original y encantadora, con una mezcla de gestión, exploración y cariño por una criatura gigante que te lleva a cuestas. Es como si te dijeran: “¿quieres construir una ciudad? Genial, pero hazlo sobre un bicho que se mueve, tiene hambre y puede decidir que no le gustas”. ¿Raro? Sí. ¿Divertido? Mucho.


Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: