Dark Quest 4: cuando el rol de mesa se pone épico, táctico… ¡y con ganas de jarana digital en tu PS5!
Dark Quest 4 en PS5 es como si Hero Quest se hubiera escapado del tablero, se hubiera puesto una capa, unas gafas de sol y se hubiera colado en tu consola con ganas de montar una fiesta medieval con monstruos, magia y estrategia. Esto no es un juego, es una rave táctica en una mazmorra. Desarrollado y distribuido por los alquimistas digitales de Brain Seal, el juego es básicamente una carta de amor escrita con tinta de poción a los clásicos de mesa como Hero Quest, Descent y Dungeon Saga, pero con esteroides pixelados y banda sonora épica.
Aquí no hay dados físicos, pero cada turno se siente como si estuvieras lanzando uno de veinte caras con el alma de tu grupo en juego. El mundo está montado como un juego de mesa vivo, con figuras animadas que parecen miniaturas con vida propia, y un hechicero narrador que se ha colado en tu tele para contarte la historia como si fuera el máster más teatrero del multiverso. Y lo hace con voz grave, pausas dramáticas y ese tonito de “te vas a arrepentir de abrir esa puerta, campeón”.
La jugabilidad es por turnos, como debe ser en cualquier aventura que se respete. Formas un grupo de tres héroes con más personalidad que muchos influencers. Está el guerrero, que reparte leña como si fuera su religión y no conoce el botón de “pensar antes de actuar”; el mago, que lanza hechizos como si tuviera una suscripción premium a la magia y un máster en efectos especiales; y la arquera, que no falla ni una flecha aunque esté medio dormida y con resaca de poción. Puedes jugar solo, como un lobo solitario del rol, o con colegas, lo que convierte cada mazmorra en una especie de escape room medieval con gritos, traiciones tácticas y risas aseguradas.
Las misiones están diseñadas a mano, con mimo, como si cada una fuera una pequeña obra de arte con trampas, secretos y monstruos con ganas de arruinarte el día. Y hablando de monstruos, aquí hay fauna para todos los gustos: esqueletos con actitud de punk, orcos que parecen salidos de una fiesta de disfraces con esteroides, demonios con complejo de jefe final y criaturas tan raras que no sabes si atacarlas o pedirles un selfie. El sistema de combate te obliga a pensar, combinar poderes, usar objetos mágicos y aprovechar el entorno como si fueras un estratega con capa y sombrero puntiagudo. No es solo golpear y rezar: aquí se viene a jugar con cabeza… y con estilo.
El mundo de Dark Quest 4 es oscuro pero con glamour. Las mazmorras tienen ese aire de castillo abandonado con velas encendidas, ecos de rituales antiguos y decoración que haría llorar de emoción a cualquier gótico. Hay zonas nevadas, bosques malditos, criptas llenas de secretos y fortalezas que parecen diseñadas por un arquitecto con trauma medieval y pasión por las trampas mortales. Todo está envuelto en una atmósfera que mezcla lo épico con lo juguetón, como si Tim Burton se hubiera pasado al rol y hubiera dicho: “Ahora sí que me voy a divertir”.
Gráficamente, el juego no busca el realismo de poro sudoroso, sino el encanto de figurita pintada con cariño. Las animaciones son fluidas, los efectos de magia brillan como si fueran fuegos artificiales medievales, y los personajes tienen ese toque caricaturesco que los hace memorables. Las miniaturas digitales se mueven con gracia, y el diseño de los enemigos es tan variado que podrías montar una exposición de “bichos que me han intentado matar” y no repetir ni uno.
Y el sonido… ay, el sonido. La música te mete en el ajo con melodías que van desde lo misterioso hasta lo épico, pasando por lo inquietante y lo “esto huele a jefe final”. Los efectos sonoros son gloriosamente exagerados: espadas que suenan como si cortaran el universo, hechizos que hacen temblar el mando, y gruñidos de monstruos que parecen sacados de una peli de serie B con presupuesto para rugidos. Y el narrador, ese hechicero omnipresente, le da un toque teatral que convierte cada misión en una pequeña obra de rol con voz grave y mirada intensa.
En resumen, Dark Quest 4 para PS5 es como reunir a tus amigos para una partida de rol, pero sin tener que buscar dados, sin que nadie se olvide la ficha, y sin limpiar la mesa después. Es táctico, divertido, lleno de guiños a los juegos de mesa clásicos, y con suficiente contenido para mantenerte atrapado más de 30 horas. Si te gustan las mazmorras, los héroes con carisma y los monstruos con mala leche, este es tu juego. Y si no te gusta… bueno, igual es que no has tirado el dado correcto.
Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento:






