Heroes of Mount Dragon en PS5: Dragones, espadazos y una fiesta medieval que no sabías que necesitabas

Imagina que mezclas El Señor de los Anillos, Power Rangers, y una buena partida de rol con colegas que no saben tirar dados pero sí gritar “¡CRÍTICO!”. Así se siente Heroes of Mount Dragon. Desde el minuto uno te lanzan a un mundo que parece sacado de una portada de disco de heavy metal: montañas que escupen fuego, castillos flotantes, bosques que hablan y dragones que no solo vuelan, ¡te dan collejas si te despistas!

La historia arranca con un clásico que nunca falla: un dragón ancestral, Mount Dragon, se despierta con muy mala leche porque alguien le robó su corona mágica (spoiler: fue un gnomo con complejo de influencer). Tú formas parte de los “Hijos del Aliento”, un escuadrón de héroes que no solo tienen nombres épicos como Kael el Incinerador o Lyria la Rompealmas, sino que además pueden convertirse en dragones. Sí, DRAGONES. Con escamas, alas, y un rugido que hace que hasta los jefes finales se lo piensen dos veces antes de atacarte.

Cada personaje tiene su rollo: el bárbaro que pega como si le debieras dinero, la arquera que no falla ni una (ni cuando tú fallas el botón), el invocador que saca criaturas tan raras que parecen memes vivientes… y lo mejor es que puedes cambiar entre ellos en tiempo real. ¿Te están friendo a flechazos? ¡Zas! Cambias al tanque. ¿Quieres hacer una entrada dramática? ¡Boom! Te transformas en dragón y arrasas con todo como si fuera una fiesta de cumpleaños sin supervisión adulta.

El mundo es un espectáculo. Hay zonas nevadas donde los pingüinos te miran mal, desiertos con tormentas de arena que parecen sacadas de Mad Max, y ciudades flotantes donde los NPCs te sueltan frases como “el destino es un dragón dormido” mientras tú solo quieres saber dónde está la tienda de pociones. Y hablando de pociones: hay tantas que podrías montar una coctelería mágica. Poción de invisibilidad, de velocidad, de “me he pasado de listo y ahora tengo tres cabezas”… todo vale.

Los enemigos son una mezcla entre pesadillas de diseñador gráfico y criaturas de mitología con esteroides. Hay goblins con jetpacks, esqueletos que bailan mientras te atacan, y jefes que ocupan media pantalla y te gritan cosas como “¡NO PUEDES DERROTARME, MORTAL!” mientras tú les lanzas una cabra explosiva (sí, eso existe).

El combate es una locura deliciosa. Puedes hacer combos que parecen coreografías de K-pop, lanzar hechizos que llenan la pantalla de luces como si fuera Año Nuevo, y si juegas en cooperativo, la cosa se desmadra aún más. Uno lanza rayos, otro invoca un oso gigante, otro se transforma en dragón… y tú solo piensas: “Esto es mejor que cualquier peli de acción”.

Gráficamente, el juego no busca realismo, busca molar. Y lo consigue. Los colores son tan vivos que parece que alguien se bebió un arcoíris y lo vomitó sobre el mapa. Las animaciones son fluidas, los efectos de fuego y magia te dejan con la boca abierta, y los dragones… madre mía, los dragones. Cada uno tiene su estilo: hay uno que parece hecho de lava, otro de hielo, uno que brilla como una discoteca… puro espectáculo.

El sonido acompaña como un buen colega en una pelea de bar. La música sube cuando toca, los efectos son potentes, y los rugidos de dragón te hacen sentir que estás en medio de una batalla legendaria. Y los diálogos… bueno, algunos son tan épicos que dan ganas de tatuárselos, y otros tan ridículos que te hacen escupir la bebida de la risa. Equilibrio perfecto.

En resumen: Heroes of Mount Dragon no es solo un juego, es una fiesta medieval con dragones, magia, y momentos que te hacen gritar “¡ESTO ES UNA LOCURA!”. Tiene sus fallitos, claro, como alguna misión repetitiva o un bug que te deja atrapado en una roca (true story), pero se lo perdonas porque te lo estás pasando como un niño con una espada de cartón.


Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: