Blood of Mehran: cuando la furia se convierte en arte
Blood of Mehran no es un juego, es una venganza con patas. Mehran está hasta el gorro de que le pisoteen la vida, y cuando le quitan lo único que le quedaba, se convierte en un torbellino de cuchillas y mala leche. El tipo no habla mucho, pero cuando se mueve, el mundo tiembla. Y tú, como jugador, te conviertes en el director de su rabia.
El combate es lo que te engancha. No es solo apretar botones como si estuvieras tocando la pandereta, aquí hay flow. Cada arma tiene su rollo: la espada curva es rápida y elegante, perfecta para hacer combos que parecen coreografías; el hacha es lenta pero mete unos guantazos que hacen temblar el suelo; las dagas son para los que quieren ir a lo ninja, entrando y saliendo sin que te toquen ni el turbante. Y luego están los arcos, las bombas de humo, los cuchillos arrojadizos… un arsenal que parece sacado de una peli de venganza persa con presupuesto de Hollywood.
Pero lo guapo es cómo se siente. El sistema de combate tiene peso. Cuando pegas, lo notas. Cuando esquivas, lo haces por los pelos. Hay parrys, hay bloqueos, hay ejecuciones que te dejan con la boca abierta. Si haces bien las cosas, puedes encadenar ataques, lanzar al enemigo por los aires, seguir golpeando en el aire y acabar con una animación que parece sacada de un videoclip de metal oriental. Y si te equivocas, te castigan. Aquí no hay perdón: si te comes un espadazo, te lo comes con patatas.
Además, hay una mecánica de “furia” que se activa cuando te han tocado mucho las narices. Mehran entra en modo berserker, los golpes se vuelven más salvajes, la música sube de tono, y tú te conviertes en una máquina de triturar carne. Pero cuidado, que no dura mucho, y si te flipas, te pueden dejar seco en medio de una pelea.
Los enemigos no son tontos. Hay soldados normales que van en grupo, arqueros que te putean desde lejos, bestias que parecen sacadas de una pesadilla, y jefes que te hacen sudar como si estuvieras en pleno agosto en el desierto. Cada uno tiene su patrón, su estilo, y te obliga a cambiar de táctica. No puedes ir siempre con la misma arma ni con la misma actitud. Hay que adaptarse, moverse, pensar rápido y golpear más rápido aún.
Y lo mejor: puedes mejorar tus habilidades. Hay un árbol de talentos que te deja elegir si quieres ser más sigiloso, más bruto, más ágil o más táctico. Puedes desbloquear movimientos nuevos, mejorar tus armas, aprender combos que hacen que los enemigos parezcan muñecos de trapo. Y todo eso lo haces explorando, encontrando pergaminos, hablando con personajes que te enseñan técnicas secretas… es como si fueras aprendiendo el arte de la guerra paso a paso, hasta convertirte en una leyenda.
En resumen: el combate de Blood of Mehran es una mezcla de danza mortal, estrategia callejera y pura rabia. Te hace sentir poderoso, pero también te exige respeto. No es machacar botones, es dominar el arte de la venganza. Y cuando lo haces bien, te sientes como el protagonista de tu propia epopeya sangrienta.
Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: