Electrician Simulator VR: el juego donde pelar cables me hizo sentir como un dios doméstico
Electrician Simulator VR en PlayStation 5 con las gafas de realidad virtual "PlayStation VR2" no es solo un juego: es una fantasía doméstica, una oda al cable pelado, una experiencia que convierte el bricolaje en arte conceptual. Y sí, te lo voy a contar como si estuviéramos charlando en una cafetería mientras tú me enseñas fotos de tu último LEGO de Batman.
Arrancas el juego y lo primero que te suelta es: “Bienvenido, electricista”. Y tú, que en la vida real apenas sabes cambiar una bombilla sin hacer el pino, de repente estás en una casa virtual con herramientas, enchufes, cables de colores y una misión clara: arreglar cosas sin electrocutarte. Pero aquí viene la magia: con las gafas VR puestas, no estás jugando, estás viviendo el oficio. Tus manos se convierten en alicates, tus ojos en multímetros, y tu alma en un tutorial de YouTube con música lo-fi.
La sensación de estar ahí es brutal. No es como ver una pantalla, es como ser el técnico. Te agachas, te acercas, giras la cabeza para ver detrás del horno, y cuando consigues que ese enchufe vuelva a funcionar, te sientes como si hubieras salvado el mundo. Y todo con una precisión que da gusto. Los cables tienen textura, los tornillos se sienten reales, y cuando algo hace “clic”, tú haces “¡sí!” como si hubieras ganado el Mundial.
Pero no todo es gloria. Hay momentos de caos. Te metes en una caja de fusibles y te das cuenta de que has conectado el cable rojo donde iba el azul, y ahora la lámpara del baño enciende el microondas. Y tú ahí, sudando, con el casco puesto, intentando no romper nada. Es como jugar al Keep Talking and Nobody Explodes, pero con la presión de que si lo haces mal, la señora del tutorial te regaña pasivo-agresivamente.
Y hablando de tutoriales, el juego tiene una curva de aprendizaje que te acaricia y luego te lanza por las escaleras. Empiezas arreglando enchufes sueltos y acabas montando sistemas eléctricos completos con interruptores de cruce, relés y cosas que ni sabías que existían. Pero lo hace con cariño. Te enseña, te deja equivocarte, y luego te da ese momento de “¡lo he hecho yo solo!” que te hace sentir como el MacGyver de tu barrio.
La narrativa es mínima, pero tiene ese encanto de simulador zen. Vas de casa en casa, cada cliente con su problema, y tú con tu caja de herramientas y tu actitud de “esto lo arreglo yo en un momento”. Y aunque no hay drama ni giros de guion, cada misión tiene su pequeña historia. El enchufe del abuelo que no funciona, la lámpara de la niña que parpadea como si fuera una discoteca, el sistema de seguridad que se volvió loco y ahora abre la puerta del garaje cada vez que alguien dice “patata”. Todo tiene su toque humano.
Y aquí viene lo mejor: el juego no se ríe de ti. No te pone música épica ni te trata como un héroe. Te trata como un profesional. Como alguien que sabe lo que hace. Y eso, en un mundo donde los juegos te convierten en asesinos, magos o pilotos de mechas, es refrescante. Porque aquí eres un electricista. Y eso basta.
La VR le da una capa extra de inmersión que es puro oro. No es lo mismo hacer clic en un cable que agarrarlo con tus manos virtuales, girarlo, pelarlo, y conectarlo con precisión quirúrgica. Te sientes dentro, y eso hace que cada tarea tenga peso. Cada enchufe arreglado es una victoria. Cada cortocircuito evitado, una medalla. Y cuando terminas el trabajo y ves que todo funciona, te dan ganas de levantar los brazos y gritar “¡Soy el amo del voltaje!”.
¿Es divertido? Sí. ¿Es raro? También. ¿Es el tipo de juego que te apetece comentar en redes con una imagen de ti con el casco VR y un texto tipo “Hoy arreglé la instalación eléctrica de una casa virtual y me siento más útil que nunca”? Absolutamente. Es una experiencia que mezcla lo técnico con lo emocional, lo cotidiano con lo épico, y lo real con lo virtual.
Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: