A Game About Digging A Hole: el único juego donde cavar es un vicio serio
A Game About Digging A Hole™ en PlayStation 5 es la prueba definitiva de que no hace falta un mundo abierto con 400 iconos, ni un lore de 17 tomos, ni un protagonista con trauma existencial para engancharte. Aquí vienes a cavar. Punto. Y lo peor —o lo mejor— es que acabas cavando con una dedicación que ni los mineros asturianos. Empiezas con tu jardincito, tu casita mona, tu césped que pide a gritos un agujero monumental, y de repente estás ahí, dándole a la pala como si hubieras descubierto petróleo. O un demonio. O un tupper que alguien enterró en 1998. Quién sabe.
La historia es tan minimalista que parece que te la cuenta un vecino apoyado en la valla: “pues mira, te mudas aquí, te da por cavar, y pasan cosas”. Y oye, pasan. Cosas raras, cosas brillantes, cosas que te hacen pensar “igual debería dejar de cavar”, pero luego te acuerdas de que has mejorado la pala y ahora excava como si llevara turbo. Y claro, sigues. Porque este juego tiene ese bucle diabólico de “una palada más y lo dejo” que se convierte en “¿por qué está amaneciendo?”.
La jugabilidad es tan directa que da risa. Cavas, recoges recursos, los vendes, mejoras herramientas, vuelves a cavar, encuentras algo raro, te emocionas, mejoras más cosas, y cuando te quieres dar cuenta tu agujero parece la entrada a un parking subterráneo ilegal. Y lo mejor es que cada herramienta nueva se siente como un superpoder. Pasas de una pala de juguete a un equipo que parece sacado de un documental de Discovery Channel. Y cada mejora te hace sentir más pro, más rápido, más profundo, más… excavador profesional. Si existiera un sindicato de gente que cava agujeros, aquí te daban carnet premium.
La versión de PS5 va tan fina que da gusto. Cargas rápidas, vibración que te hace sentir la tierra como si estuvieras ahí metiendo codo, y cero interrupciones. Es literalmente el juego perfecto para decir “solo cinco minutos” y luego desaparecer del mundo real.
Y luego está el tema de quién ha hecho esta maravilla. La versión de consola viene de DoubleBee GmbH, que han cogido la idea original de Cyberwave y la han dejado niquelada para que cavar sea un placer casi zen. Y la distribución corre a cargo de rokaplay GmbH, que ya se han especializado en sacar juegos pequeñitos, raros, adictivos y con ese encanto de “esto no debería funcionar, pero funciona”. Vamos, que es un combo alemán que te vende un agujero y tú encantado.
Y lo del precio… mira, es que es ridículo. Ridículo en plan “¿cómo puede costar tan poco algo que me está robando tantas horas de vida?”. Es más barato que un refresco en un bar de carretera, y te dura muchísimo más. Y no te deja gases.
Al final, este juego es como cuando eras pequeño y te daba por hacer un agujero en la playa a ver si llegabas al centro de la Tierra. Solo que aquí no te entra arena en los calzoncillos y encima te pagan en recursos raros. Es relajante, es tonto en el mejor sentido, es hipnótico, y tiene ese toque de misterio que te hace pensar que igual tu jardín está conectado con otra dimensión. O con un sótano muy mal planificado.
Si te gustan los indies que no se complican la vida pero te la alegran, este agujero es tu nuevo hogar espiritual. Y si no te gustan… bueno, por lo que cuesta, igual te sorprende. Y si no, siempre puedes decir que has jugado al único título del mundo donde cavar un agujero es una aventura épica.
Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento:




