Potions: A Curious Tale, Pócimas, caos y magia en cada paso.

Imagina que un día te levantas, abres tu PlayStation 5, y sin darte cuenta acabas metido en un bosque lleno de criaturas que parecen salidas de un libro infantil ilustrado por alguien que se tomó demasiadas infusiones mágicas. Pues eso es Potions: A Curious Tale: un juego que empieza como “ay qué mono” y termina como “¿por qué estoy huyendo de un monstruo que parece un cruce entre un gremlin y un mueble de Ikea?”. Y aun así, sigues jugando con una sonrisa porque el juego tiene ese encanto de cuento que te atrapa sin pedir permiso.

La historia sigue a Luna, una brujita de 12 años que está en plena fase de “descubrir quién soy”, pero en vez de escribir en un diario o escuchar música triste, se dedica a fabricar pociones, hablar con criaturas mágicas y sobrevivir a situaciones que harían llorar a cualquier adulto funcional. Desde el principio el juego te deja claro que aquí no vienes a ser una heroína musculada que reparte espadazos: vienes a ser lista, creativa y un poquito caótica. Y eso mola.

El arranque ya te lo deja clarísimo: un Kraken atacando un barco, tentáculos por todas partes, y tú pensando “¿pero esto no era un juego adorable?”. Pues sí, adorable, pero con mala leche. Y lo mejor es que ni siquiera tienes que pegarle al Kraken: puedes hacer que se autodestruya si usas bien el entorno, como explican algunas reseñas. Es un juego que te dice: “¿Ves ese monstruo gigante? No lo ataques. Engáñalo. Sé más lista que él”. Y tú, claro, te vienes arriba.

Los personajes son un desfile de criaturas que parecen sacadas de un catálogo de “cosas que te gustaría abrazar pero probablemente te muerdan”. Luna es un encanto, con esa mezcla de inocencia y cabezonería que hace que quieras protegerla y a la vez decirle “niña, por favor, no toques eso que brilla”. Su familiar, Helios, es un gato mágico con más actitud que un influencer con 3 millones de seguidores. Y luego están los habitantes de Old Haven, que te ayudan, te lían, te cuentan historias y a veces te miran como si supieran algo que tú no. Y probablemente lo sepan.

Pero hablemos de lo importante: las pociones. Aquí no estamos ante el típico “poción de vida +20”. No, no, no. Aquí hay más de cien brebajes distintos, cada uno con su personalidad, su truco y su momento perfecto. Algunas sirven para resolver puzles, otras para manipular el entorno, otras para convertirte en una sombra ninja improvisada, y otras… bueno, para liarla. Porque si un juego te da cien pociones, tú vas a probarlas todas, aunque sea para ver qué pasa. Y pasa de todo.

La jugabilidad es una mezcla deliciosa entre exploración, supervivencia ligera, puzles y ese tipo de situaciones donde dices “creo que puedo hacerlo… creo… bueno, lo intento”. No es un juego de combate directo, y eso es parte de su encanto: te obliga a pensar, a improvisar, a usar el entorno y a aceptar que a veces la mejor estrategia es correr como si te persiguiera Hacienda. Cada bioma tiene su rollo: bosques encantados, tundras heladas, pantanos donde todo parece pegajoso… y cada uno te pide que cambies tu forma de jugar. Nada de acomodarse.

La ambientación es puro cuento ilustrado. Todo tiene un aire de fábula, con colores suaves, detalles preciosos y una sensación constante de que el mundo está vivo. En PS5 se ve especialmente bonito: las animaciones son fluidas, los escenarios tienen un brillo especial y el estilo artístico —que mezcla lo adorable con lo inquietante— entra por los ojos como un dulce. No es un portento técnico, pero tampoco lo necesita: su fuerza está en su personalidad visual, no en cuántos polígonos puede mover.

El sonido acompaña de maravilla. Las melodías son suaves cuando exploras, tensas cuando toca correr, y los efectos sonoros parecen sacados de un laboratorio alquímico lleno de frascos burbujeantes. Es un juego que suena a magia, literalmente. Y eso es un plus.

Ahora, un aplauso para quienes están detrás del invento: Stumbling Cat, un estudio pequeño, liderado por mujeres, que ha puesto un cariño enorme en este proyecto. Se nota en cada rincón del juego: en la sensibilidad de la historia, en la creatividad de las mecánicas, en la forma en que te invita a pensar en vez de pegar. Es un juego hecho con mimo, con alma, con ese toque artesanal que no se puede fingir. Y la distribución corre por los canales habituales de PlayStation, llevando a consola un título que ya había llamado la atención en PC.

En resumen, Potions: A Curious Tale en PS5 es como abrir un libro de cuentos y descubrir que puedes meterte dentro, trastear con todo y salir con una historia distinta cada vez. Es cálido, ingenioso, desafiante sin ser cruel y con un encanto que no se puede fabricar en cadena. Si te gustan los juegos que mezclan exploración, creatividad, humor y un toque de magia, este es un viaje que merece la pena.


Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: