Formula Legends: Turbo Power Pack, el DLC que te cuesta menos que un café y te da más alegría que un podio

Desde que salió aquel análisis del juego base en el blog /ESTE/ ese donde se comentaba que Formula Legends era un homenaje descarado pero encantador a la época dorada de las carreras— había ganas de ver si los DLC iban a seguir la misma línea de nostalgia juguetona o si se iban a quedar en “más coches y ya”. Y oye, sorpresa agradable: Turbo Power Pack no solo sigue el rollo, sino que lo exagera como si le hubieran dado un chute de óxido nitroso emocional.

Lo primero que llama la atención es que este pack no se complica la vida: dos coches, dos épocas, dos vibes totalmente distintas, pero con ese toque de “te voy a hacer sonreír aunque no quieras”. Por un lado está el GoodJob Mi90, que según la descripción oficial es un clásico elegante y audaz, pensado para la precisión y la velocidad. Y sí, es exactamente eso: un coche que parece salido de un póster de taller mecánico de los 90, de esos que tenían más brillo que sentido aerodinámico. Lo pones en pista y te da la sensación de que deberías estar escuchando eurobeat de fondo mientras haces eses sin motivo.

El otro juguete, el Fyrex Early70, es directamente un viaje en el tiempo. Un coche vintage, musculoso, con ese rugido de motor que en la vida real te dejaría sordo pero que aquí suena a gloria bendita. Es el típico coche que, si lo vieras en persona, te acercarías a tocarlo aunque supieras que te vas a manchar de aceite. En el juego transmite esa sensación de “máquina indomable” que tanto se echaba de menos en algunos vehículos del título base.

Y claro, todo esto encaja muy bien con lo que ya se comentaba en aquel análisis previo: Formula Legends funciona mejor cuando se pone nostálgico, cuando abraza sus raíces y se deja llevar por la fantasía de “así eran las carreras cuando los pilotos tenían bigote y los coches vibraban como lavadoras viejas”. Turbo Power Pack entiende eso perfectamente. No intenta reinventar nada, solo te da dos máquinas con personalidad, con alma, con ese puntito de exageración que hace que quieras probarlas en todos los circuitos aunque ya te los sepas de memoria.

Además, hay que decirlo: el precio es ridículo. Ridículo en el buen sentido. Estamos hablando de un DLC que cuesta 2,49 € en Xbox y 2,49 USD en Epic. Vamos, que cuesta menos que un café en la estación de tren. Y para lo que ofrece —dos coches bien diferenciados, bien modelados y con sensaciones de conducción muy marcadas— es difícil ponerle pegas. Es de esos contenidos que compras sin remordimientos porque sabes que, aunque solo lo uses un par de tardes, ya lo has amortizado.

Lo mejor es que no intenta venderte humo. No hay cinemáticas épicas, no hay promesas de “cambia tu experiencia para siempre”, no hay nada de eso. Es un pack honesto: “toma dos coches legendarios, pásatelo bien, y si quieres más, ya vendrán otros”. Y esa honestidad, en un mundo donde muchos DLC parecen diseñados por contables en vez de por diseñadores, se agradece muchísimo.

En resumen, Turbo Power Pack es como ese colega que aparece en tu casa con dos cervezas y te dice “¿echamos unas carreras?”. No te cambia la vida, pero te alegra la tarde. Y por el precio que tiene, es casi un regalo. Si el análisis previo del juego base ya te dejó con ganas de más nostalgia, más rugidos de motor y más personalidad, este DLC es exactamente lo que esperabas: pequeño, directo, divertido y con ese toque retro que hace que todo se sienta un poquito más especial.