Analizamos Formula Legends

Formula Legends es una joyita inesperada que se cuela en la parrilla de salida con una propuesta que mezcla historia, emoción y una conducción accesible pero con chicha. No es ni un simulador duro ni un arcade loco: es ese punto medio que te deja jugar sin romperte la cabeza, pero que también te premia si te lo curras al volante. Y en Xbox Series X se nota que han afinado bien el motor, porque el rendimiento es fluido y los tiempos de carga son mínimos, lo cual viene de lujo cuando estás metido en plena campaña.

La gracia del juego está en cómo te lleva de paseo por la historia de la Fórmula 1. Empiezas en los años 60, con esos coches que parecen bestias indomables: pesados, torpes, con neumáticos que patinan con solo mirarlos y motores que rugen como si fueran animales salvajes. La suspensión es casi de juguete y el cuentakilómetros analógico te mete de lleno en la época. Pero no es solo estética: cada coche se siente distinto, y eso es lo que mola. No es lo mismo pilotar un trasto de los 70 que un bólido moderno con recuperación de energía y aerodinámica variable. Y lo mejor es que puedes ajustar las asistencias para que el juego se adapte a tu nivel, desde novato hasta piloto de domingo con ganas de apretar.

Los circuitos son otro puntazo. Hay 14 en total, y cada uno está ambientado según la época en la que lo corres. Montecarlo en los 60 tiene balas de paja en las curvas y un trazado más salvaje, mientras que en la era moderna ya ves pianos bien puestos, zonas de frenado y escapatorias como Dios manda. Incluso la interfaz cambia según la década, lo que le da un rollo de viaje temporal muy logrado. Y no es solo decoración: el trazado, la iluminación, la señalización… todo se adapta para que sientas que estás en otro momento de la historia.

La campaña principal es larga y te engancha. Vas desbloqueando coches, pilotos, piezas estéticas y coleccionables que conectan con cada etapa del automovilismo. Hay campeonatos inspirados en temporadas reales, y la progresión se siente natural, sin prisas pero sin aburrir. Además, han metido una mecánica en boxes que está muy bien pensada: en vez de esperar mientras te cambian ruedas o te arreglan el alerón, tienes que hacer pequeñas acciones en tiempo real para completar el proceso. Eso le mete tensión y te obliga a estar atento, sobre todo cuando vas justo de tiempo.

Eso sí, no todo es perfecto. La inteligencia artificial a veces se comporta raro, como si no supiera si quiere competir o irse de picnic. Y hay efectos visuales que no están del todo sincronizados, lo que puede romper un poco la inmersión. El control también tiene momentos de imprecisión, sobre todo si intentas maniobras finas. No es que te arruine la experiencia, pero se nota que hay margen para pulir. Y lo más flojo, sin duda, es que no tiene multijugador. Ni online ni pantalla dividida. Así que si querías echarte unas carreras con colegas, toca esperar a que lo metan en alguna actualización (si es que lo hacen).

Visualmente, el juego no busca el hiperrealismo. Va más por una estética estilizada y colorida, con guiños evidentes a pilotos y equipos reales, pero sin copiar directamente. Eso le da personalidad y evita problemas de licencias. Y en Xbox Series X se ve todo con nitidez, sin tirones ni bajones de frame rate, lo cual se agradece cuando estás metido en una curva cerrada a 300 km/h.

En resumen, Formula Legends es como ese colega que te cuenta batallitas de la Fórmula 1 pero te deja vivirlas tú mismo. Tiene alma, tiene ritmo, y aunque le falten algunas cosas (como el multijugador), lo que ofrece lo hace con cariño y buen gusto. Si te mola la F1 y quieres algo que no sea ni demasiado serio ni demasiado arcade, este juego te va a dar muchas horas de diversión. Y si encima te gusta la historia del automovilismo, pues ya ni te cuento.


Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: