Analizamos SHINOBI: Art of Vengeance
Desde que lo arrancas, Shinobi: Art of Vengeance te dice “aquí hay nivel”. Y no lo dice con cinemáticas pomposas ni con menús llenos de opciones raras. Lo dice con estilo. El menú principal ya tiene ese aire de arcade noventero, con música que te pone en modo ninja y una estética que mezcla lo retro con lo moderno de forma brutal. Es como si alguien hubiera cogido los recuerdos de jugar en recreativas y les hubiera pasado un filtro 4K con cariño.
Cuando empiezas a jugar, lo primero que notas es lo bonito que es. Pero bonito de verdad. Cada escenario parece pintado a mano, con colores vibrantes, luces que parpadean como neones en una noche lluviosa, y detalles que te hacen parar un segundo solo para mirar. Hay un nivel en un mercado de pescado que huele a humedad y peligro, y otro en una ciudad futurista con rascacielos y carteles luminosos que parecen sacados de un anime cyberpunk. Es una delicia visual, y encima corre como la seda en Series X: ni tirones, ni tiempos de carga eternos, ni nada que te saque del trance ninja.
Joe Musashi, el prota, se mueve como un bailarín con cuchillas. Saltos precisos, volteretas que te hacen esquivar ataques en el último segundo, y combos que te hacen sentir como si fueras el protagonista de tu propia peli de acción. Y cuando activas las técnicas de ninjutsu... madre mía. Explosiones de energía, clones que aparecen para ayudarte, rayos que limpian la pantalla. Es un espectáculo. Y lo mejor: no es solo bonito, es divertido. Cada botón responde al instante, cada movimiento tiene peso, y cada enemigo te obliga a pensar un poco antes de lanzarte a lo loco.
La historia no se complica, pero tiene su rollo. Joe vuelve después de años desaparecido porque su clan ha sido corrompido por una organización criminal que quiere liarla parda. Hay traiciones, hay momentos épicos, y hay esa sensación de “esto se va a poner serio” que te mantiene enganchado. No es un drama profundo, pero tiene alma, y eso se nota.
Las armas son puro Shinobi: katana afilada como el hambre, shurikens que puedes lanzar en todas direcciones, bombas de humo para desaparecer como un ninja de verdad, y técnicas especiales que desbloqueas conforme avanzas. Cada una tiene su momento, y aprender a usarlas bien es parte del encanto. No es solo machacar botones, es saber cuándo atacar, cuándo esquivar, y cuándo soltar la técnica que te salva el pellejo.
Y los enemigos... qué decir. Hay de todo: soldados con rifles, ninjas que te hacen la vida imposible, bichos mutantes que parecen salidos de un laboratorio loco, y jefes que te hacen sudar. Cada uno tiene su patrón, su estilo, y su forma de ponerte contra las cuerdas. Pero cuando los derrotas, la satisfacción es total. Te sientes como un auténtico maestro del ninjutsu.
En resumen, Shinobi: Art of Vengeance es una maravilla. Es bonito, es intenso, es fiel a sus raíces pero moderno en lo justo. Es de esos juegos que te hacen sonreír mientras juegas, que te hacen decir “una partida más” aunque ya sea tarde, y que te dejan con ganas de volver a por más. Si te gustan los juegos con estilo, con ritmo, y con ese toque de desafío que no te trata como tonto, este es tu juego.
Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: