Analizamos DUCK: Dangerous Ultimate Cartridge Kidnapper

DUCK: Dangerous Ultimate Cartridge Kidnapper como si estuviéramos echando unas partidas en el salón. Este juego es una auténtica locura retro, pero de las buenas. Imagínate que unos patitos encuentran un cartucho misterioso con 100 juegos y, zas, el espíritu malvado D.U.C.K. los atrapa dentro. ¿La única forma de escapar? Jugar y ganar todos los minijuegos. Así que sí, es como si WarioWare se hubiera ido de vacaciones y dejara a unos patos a cargo del caos.

Lo que mola de DUCK es que no te da ni un respiro. Cada minijuego dura menos de un minuto, y hay de todo: desde duelos de vaqueros donde tienes que disparar justo en el momento, hasta clasificar tomates como si fueras un chef con prisa. Hay uno en el que tienes que construir una casa mientras esquivas martillazos, otro donde te lanzas en un barril por una cascada, y hasta una batalla naval pixelada que parece sacada de una Game Boy con esteroides. También te toca vivir como un científico loco, hacer experimentos raros, y hasta sobrevivir en la jungla esquivando serpientes. Vamos, que cada vez que empieza uno nuevo, no sabes si reírte o concentrarte como si fuera la final de un torneo.

Y lo mejor es que están organizados en 15 categorías, cada una con su rollo, y tres niveles de dificultad. Cuando crees que lo tienes dominado, el juego te sube la apuesta. Además, hay minijuegos de jefe que son como el examen final de cada capítulo. Los cinco patitos protagonistas representan cinco capítulos distintos, y aunque no tienen mucha historia individual, cada uno te lleva por una serie de desafíos que te hacen sudar los dedos.

A nivel técnico, DUCK: Dangerous Ultimate Cartridge Kidnapper está optimizado para Xbox Series X, así que va como un tiro. Los gráficos son pixel art, pero con estilos que cambian según el panel decorativo que desbloquees: arcade, cómic, estilo griego, veraniego… hay 16 en total. La música también se adapta, con melodías pegajosas y efectos que te meten de lleno en cada minijuego. Y el modo historia no es lo único: tienes modo supervivencia para ver cuánto aguantas sin fallar, y modo fiesta para jugar con colegas en plan hotseat, turnándose como en los viejos tiempos.

En resumen, DUCK: Dangerous Ultimate Cartridge Kidnapper es como abrir una caja de cereales y que te salgan 100 juguetes distintos. Es rápido, divertido, impredecible y con ese toque nostálgico que te hace sentir como si estuvieras en casa de tu primo, jugando en una tele de tubo mientras el sol se cuela por la ventana. No es un juego para pensar mucho, pero sí para pasarlo en grande.


Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: