Analizamos Borderlands 4
Borderlands 4 en Xbox Series X no es solo una nueva entrega, es como si Gearbox hubiera dicho: “¿Y si le metemos esteroides a todo lo que ya molaba?” Y lo han hecho. Han cogido el ADN de la saga, lo han mezclado con una sobredosis de neón, explosiones y sarcasmo, y lo han soltado en un planeta nuevo que es una auténtica locura: Kairos.
La historia arranca seis años después del final de Borderlands 3, y ya desde el minuto uno sabes que esto va a ser una montaña rusa. El planeta Kairos está gobernado por el Cronoguardián, un tirano con complejo de reloj suizo que controla a la peña con implantes cibernéticos y una milicia de soldados sintéticos llamada La Orden. El tío tiene la personalidad de una patata frita fría, pero lo compensa con un poder brutal: puede manipular el tiempo. Así que te lanza enemigos de distintas épocas, te revienta con trampas temporales y te hace sentir como si estuvieras en un episodio de Black Mirror con metralletas.
Pero no estás solo. En esta entrega tenemos cuatro buscacámaras nuevos que son puro fuego:
- Nyx, una hacker que puede invocar drones y reventar sistemas digitales. Es como si Sombra de Overwatch se hubiera pasado al lado salvaje.
- Brakk, un tanque humano con un exotraje que se transforma en una bola de demolición. Literalmente. Es el Hulk del grupo, pero con más metal y menos camiseta.
- Luma, una francotiradora cósmica que ralentiza el tiempo y dispara rayos de energía como si fuera una Jedi con mala leche.
- Dex, el ninja del equipo. Sigilo, sabotaje y clones holográficos que confunden a los enemigos mientras él los apuñala por la espalda con estilo.
Cada uno tiene tres árboles de habilidades que puedes combinar como te dé la gana. ¿Quieres que Nyx tenga drones curativos y explosivos al mismo tiempo? Se puede. ¿Quieres que Brakk se convierta en un camión de guerra con puños hidráulicos? Adelante. El juego te da libertad total para hacer el cafre como tú quieras.
Y hablando de hacer el cafre… las armas. Madre mía, las armas. Hay más de 30.000 millones de combinaciones posibles. Pistolas que disparan cuchillos, escopetas que insultan a los enemigos, rifles que cantan ópera antes de explotar. Puedes combinar piezas de distintos fabricantes para crear armas únicas, y encima cada una tiene ranuras para mejoras, efectos elementales y habilidades secundarias. Es como tener un buffet libre de destrucción.
Ahora, las misiones. Aquí es donde el juego se pone creativo. La campaña principal te lleva por cuatro regiones de Kairos, cada una con su propio cacique que tienes que derrocar. Pero no es solo ir y pegar tiros. Hay misiones de infiltración, rescate, sabotaje, defensa de bases, persecuciones en vehículos, y hasta una en la que tienes que ayudar a un misil parlante a cumplir su sueño de explotar en una ópera espacial. Sí, has leído bien. El humor sigue siendo marca de la casa, pero más fino que en Borderlands 3. Menos chistes forzados, más situaciones absurdas que te sacan carcajadas de verdad.
Las secundarias son una joya. Hay una rebelión de patatas mutantes que quieren fundar su propia república, una búsqueda del tesoro con máquinas expendedoras parlantes, y hasta una misión en la que tienes que convencer a un grupo de bandidos de que el karaoke es mejor que la violencia. Y lo mejor: cada misión tiene su propio estilo, su propio ritmo y su propia recompensa. Nada de relleno. Todo está diseñado para que te lo pases como un niño en una tienda de explosivos.
El mundo abierto de Kairos es enorme, variado y lleno de secretos. Hay biomas desérticos, ciudades flotantes, junglas tecnológicas y zonas congeladas donde el tiempo literalmente se congela. Puedes explorar a pie, en el nuevo vehículo Digirunner (que puedes tunear como si fuera un coche de Fast & Furious con metralletas), o usando portales temporales que te llevan a zonas ocultas. Y mientras exploras, te saltan eventos dinámicos: convoyes que puedes asaltar, invasiones alienígenas, carreras ilegales, y hasta peleas de bandas que puedes manipular para que se maten entre ellos mientras tú saqueas el botín.
El multijugador es una delicia. Hasta cuatro jugadores, con loot instanciado para que nadie se pelee, escalado de nivel para que todos tengan su desafío, y un sistema de progresión que te permite jugar con colegas aunque estén en otra parte de la historia. Y el endgame… ¡ojo! Hay un modo llamado Buscacámaras Definitivo con jefes semanales, loot legendario, y un nuevo nivel de dificultad llamado “Modo Loco” que te pone a prueba de verdad.
En resumen, Borderlands 4 es como una rave postapocalíptica con armas, sarcasmo y una historia que, sin reinventar la rueda, te lleva de la mano por un viaje que no quieres que acabe. Es divertido, es cañero, es descarado, y sobre todo, es puro Borderlands. Si te mola el caos, el loot y los personajes que parecen salidos de una peli de Tarantino con esteroides, este juego te va a hacer sonreír como un psicópata con lanzacohetes.
Así que ya sabéis, coged el mando, elegid vuestro buscacámaras y preparaos para liarla parda en Kairos. Porque aquí no se viene a sobrevivir… se viene a dominar.
Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: