Analizamos Otherwar

Otherwar es uno de esos juegos que te pillan por sorpresa. No porque sea una joya oculta, sino porque mezcla cosas que normalmente no se ven juntas: el clásico tower defense de toda la vida con el caos de un bullet hell. Imagínate estar defendiendo una puerta celestial mientras te llueven proyectiles por todos lados y tú, como buen ángel guerrero, tienes que repartir justicia divina a base de disparos y torretas. Sí, suena a fumada, pero tiene su punto.

La historia no es que sea una novela de Tolkien, pero cumple. Eres un ángel que tiene que proteger la Puerta del Cielo de oleadas de enemigos demoníacos. No hay diálogos profundos ni giros de guion que te dejen loco, pero el lore tiene ese rollo de “batalla eterna entre el bien y el mal” que, aunque trillado, siempre engancha un poco. Lo justo para que te metas en el papel y digas: “vale, vamos a salvar el cielo”.

Ahora, la jugabilidad… aquí es donde el juego se pone interesante y también un poco raro. Por un lado, tienes la parte de tower defense: colocas torretas en el mapa para frenar a los enemigos. Hasta ahí, todo bien. Pero luego te sueltan en medio del campo de batalla con tu ángel volador, que puedes mover libremente y disparar como si estuvieras en un Enter the Gungeon celestial. Al principio mola, porque tienes que estar atento a todo: dónde pones las torres, por dónde vienen los bichos, esquivar balas, disparar… un caos controlado. Pero conforme avanzas, el juego se desequilibra. Te haces tan fuerte que hay niveles donde puedes dejar el mando en la mesa, irte a por un café, y cuando vuelves, has ganado. Literal.

Las opciones del juego son bastante sencillas. Tienes varios niveles, cada uno con tres dificultades, y puedes conseguir hasta tres estrellas por fase según lo bien que lo hagas. No hay un sistema de progresión muy profundo ni personalización loca, pero si eres de los que les gusta completar todo al 100%, tienes algo de curro por delante. Eso sí, no esperes desbloquear habilidades nuevas cada dos por tres ni tener un árbol de talentos como en un RPG. Aquí es más directo: mejoras un poco, te haces más fuerte, y a seguir disparando.

Visualmente, el juego tiene ese estilo pixel art que está tan de moda en los indies. No es que te vayas a quedar embobado mirando los gráficos, pero tienen su encanto. Los enemigos están bien diseñados, las animaciones cumplen, y el mapa tiene detalles chulos. Eso sí, el interfaz puede ser un poco caótico, con muchos iconos y cosas pasando a la vez. Pero bueno, forma parte del estilo del juego: si no hay caos, no hay diversión.

El sonido acompaña bastante bien. La música tiene ese toque épico mezclado con electrónica que te mete en el ambiente de batalla celestial. No es algo que vayas a poner de fondo mientras estudias, pero mientras juegas, funciona. Los efectos de sonido están bien logrados: los disparos, las explosiones, los gritos demoníacos… todo tiene su sitio y no molesta. No es una banda sonora memorable, pero tampoco es de esas que quitas al minuto.

En resumen, Otherwar es como ese colega que mezcla cerveza con Red Bull: raro, pero a veces funciona. Tiene ideas originales, momentos divertidos, y un estilo que llama la atención. Pero también tiene fallos: la dificultad se va al garete, la historia es más bien un decorado, y las opciones son algo limitadas. Si te molan los juegos indie, los bullet hell, o simplemente quieres algo diferente para echar unas partidas rápidas, puede que te entretenga.


Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: