Analizamos The Order of the Snake Scale

¡Que sorpresa nos llevamos con The Order Of The Snake Scale! Os juramos que lo empezamos sin muchas expectativas, pensando que sería otro indie oscuro más… y acabamos con la boca abierta, como si nos hubieran tirado de cabeza a una dimensión paralela. Este juego no solo nos sorprendió, nos dejó dándole vueltas durante días. Es de esos que no se olvidan fácil.

Desde el primer minuto, el ambiente te agarra por el cuello. Happy Rock, el pueblo donde se desarrolla todo, tiene una vibra que no se parece a nada. No es el típico sitio lúgubre con casas abandonadas y niebla por defecto. Aquí la decadencia tiene estilo. Hay una mezcla entre lo industrial y lo ritual, como si alguien hubiera construido una ciudad encima de un cementerio cósmico. Las calles están llenas de símbolos raros, las luces parpadean como si estuvieran vivas, y cada rincón parece esconder algo que no debería existir. No es miedo de susto fácil, es esa incomodidad que se te mete en el cuerpo y no te suelta.

Y la historia… madre mía. Vas como Seth Vidius, un detective con un pasado turbio y un ojo cibernético que ve más de lo que debería. Lo mandan a investigar un asesinato, pero lo que empieza como un caso normal se convierte en una espiral de locura, cultos secretos, conspiraciones corporativas y criaturas que parecen sacadas de un mal sueño. Lo mejor es que no te lo explican todo. Tienes que ir atando cabos, hablando con personajes que no sabes si están cuerdos o si te están manipulando. Cada conversación te deja con más preguntas que respuestas, y eso es lo que lo hace tan adictivo.

La jugabilidad también nos pilló por sorpresa. Combina exploración en vista cenital con combates en primera persona, y aunque al principio parece raro, funciona increíblemente bien. Te da esa sensación de estar viendo el mundo desde fuera… y luego, cuando toca pelear, te mete de lleno en el caos. Los controles son tipo tanque, como los survival horror clásicos, lo que le da un ritmo pausado y tenso. No es para correr y disparar a lo loco, es para pensar cada paso, cada bala, cada decisión.

Las armas tienen su propia personalidad. No son muchas, pero cada una tiene un propósito. Algunas son más rituales que bélicas, otras parecen diseñadas por un científico loco. Y los enemigos… uff. No son simples monstruos. Son deformaciones de lo humano, criaturas que parecen tener conciencia, que te observan, que te estudian. A veces ni te atacan, solo están ahí, como si fueran parte del decorado… hasta que no lo son.

Técnicamente, el juego no busca ser el más bonito, pero tiene una estética que te atrapa. La iluminación es clave: sombras que se mueven como si tuvieran vida propia, reflejos que aparecen donde no deberían, y una paleta de colores que te mete de lleno en ese mundo enfermo. El sonido es otro nivel: no hay música épica, hay susurros, distorsiones, ruidos que parecen venir de otra dimensión. Es como si el juego respirara contigo… o contra ti.

Lo que más nos sorprendió fue cómo todo encaja. La historia, la atmósfera, la jugabilidad… todo está pensado para que te sientas incómodo, intrigado, atrapado. No es un juego que te entretiene, es un juego que te marca. Terminas y te quedas pensando: “¿Qué acabo de vivir?” Y eso, en estos tiempos donde todo parece predecible, es oro puro.

Así que sí, The Order Of The Snake Scale fue una sorpresa total. No lo vimos venir, y nos alegramos de haberle dado una oportunidad. Es raro, es intenso, y tiene una personalidad que muchos juegos desearían tener. Si te va lo oscuro, lo narrativo, lo que te remueve por dentro… este es tu juego.

Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: