Analizamos Hellstuck: Rage With Your Friends

Hellstuck: Rage With Your Friends es una de esas experiencias que te hacen reír, gritar, y replantearte tus amistades… todo al mismo tiempo. Lo arranqué en Xbox Series X sin saber muy bien qué esperar, y lo que encontré fue una mezcla entre tortura digital y fiesta infernal. Es como si alguien hubiera dicho: “¿Y si hacemos un juego que te saque de quicio, pero que te diviertas mientras te pasa?”

La premisa es tan simple como cruel: estás atrapado en el Infierno, literalmente, y la única forma de salir es subir. Saltar, escalar, y no caer. Pero claro, eso suena fácil hasta que te das cuenta de que cada salto mal calculado te manda de vuelta al principio. Y no hay puntos de control. Nada de “respawn aquí cerquita”. Si fallas, te vas para abajo como piedra en río. Es como si el juego se riera de ti cada vez que te equivocas. Y lo peor (o lo mejor, según cómo lo mires) es que puedes jugarlo con amigos. Así que imagínate: todos intentando subir, todos cayendo, todos insultando al aire… y riéndose como locos.

Visualmente, tiene ese estilo pixelado que no busca impresionar con gráficos de última generación, pero que funciona perfecto para lo que propone. Es limpio, colorido, y tiene ese toque retro que te recuerda a los juegos de antes, pero con una malicia moderna. Los escenarios están diseñados para fastidiarte. Hay plataformas que parecen fáciles pero tienen truco, otras que se mueven, otras que desaparecen… y tú ahí, con los dedos sudando, intentando no perder el progreso que te costó veinte minutos conseguir.

Lo que más me sorprendió fue lo bien que se siente el control. Es preciso, pero exige paciencia. No puedes ir a lo loco. Cada salto tiene que ser medido, cada impulso calculado. Y cuando lo juegas con colegas, se convierte en una especie de carrera de resistencia mental. No es solo habilidad, es aguante. Porque cuando ves que uno de tus amigos llega más arriba que tú, te entra esa rabia competitiva que te hace apretar los dientes y decir: “Ahora sí, lo paso”.

El modo Hardcore es para los valientes. Ahí sí que no hay perdón. Un fallo y vuelta al principio. Es como si el juego te dijera: “¿De verdad quieres salir del Infierno? Pues demuéstralo”. Y lo curioso es que, a pesar de lo frustrante que puede ser, no puedes parar. Es adictivo. Cada intento te deja con la sensación de “esta vez sí lo consigo”. Y cuando por fin logras pasar una sección que te tenía atrapado, la satisfacción es brutal.

La música acompaña bien, con ese tono medio satírico, medio épico, que te recuerda que estás en una especie de limbo entre el sufrimiento y la diversión. Y los efectos de sonido, aunque simples, están puestos justo donde deben. El ruido de caída, el salto, el rebote… todo te mete más en la experiencia. No necesitas una orquesta sinfónica, solo el sonido de tu fracaso resonando en tus oídos.

Lo que hace especial a Hellstuck es que no se toma demasiado en serio, pero tú sí acabas tomándotelo en serio. Porque cuando llevas media hora intentando pasar una zona y ves que alguien lo logra antes que tú, se convierte en una cuestión de honor. Y eso lo hace perfecto para jugar en grupo. Es un juego que une y destruye amistades al mismo tiempo. Te ríes, te frustras, te burlas, te caes… y vuelves a intentarlo.

En resumen, Hellstuck: Rage With Your Friends es una sorpresa total. No es el típico juego de plataformas. Es un reto disfrazado de broma, una experiencia que te pone a prueba y te hace disfrutar del caos. Si tienes amigos con los que te gusta competir, reírte y sufrir juntos, este juego es una joya. Y si lo juegas solo, prepárate para hablarle a la pantalla como si fuera tu peor enemigo. Porque sí, el Infierno está hecho de fuego, pero también de plataformas imposibles y saltos malditos. Y tú estás justo en medio, con ganas de vencerlo.


Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: