Goosebumps: Terror in Little Creek — El pueblo donde los libros respiran, los muñecos conspiran y tú eres el siguiente capítulo
Goosebumps: Terror in Little Creek es justo lo que pasa cuando mezclas nostalgia noventera con una aventura moderna que no se toma demasiado en serio… pero sí te hace mirar por encima del hombro mientras juegas. Si creciste con los libros de R.L. Stine, este juego es como volver a abrir uno, pero con los sustos saliendo por la pantalla y con decisiones que te pueden costar más que un grito.
La historia arranca en Little Creek, un pueblo que parece sacado de una postal americana… hasta que empiezan a desaparecer niños, los relojes se paran, y los vecinos empiezan a actuar como si tuvieran algo reptando bajo la piel. Tú eres Sam, un chaval con más curiosidad que sentido común, que se mete de lleno en una investigación que mezcla casas encantadas, bibliotecas con libros que susurran, y un instituto donde el conserje claramente no es humano. Lo guapo es que no es solo una historia lineal: hay ramificaciones, decisiones que cambian el curso de los eventos, y finales que pueden ir desde “todo bien” hasta “el pueblo entero se convierte en marionetas de cera”.
Las misiones están muy bien hiladas. No son solo “ve aquí y recoge esto”, sino que muchas tienen ese toque de “elige tu propia pesadilla”. Hay una en la que tienes que infiltrarte en el sótano de la vieja librería, donde los libros están vivos (literalmente), y otra donde te toca resolver un puzle en el cementerio mientras evitas que el Hombre de las Sombras te toque. Cada misión tiene ese aire de capítulo autoconclusivo, como los libros, pero todas se conectan en una trama mayor que va desvelando el origen del terror en Little Creek.
Los modos de juego son bastante sencillos pero efectivos. Tienes el modo historia principal, que es donde está la chicha, y luego un modo “Pesadilla” que se desbloquea tras acabar el juego, donde los enemigos son más agresivos, los sustos más frecuentes, y las decisiones más crueles. No hay multijugador, pero sinceramente, no lo necesita. Esto es para jugar con la luz apagada y los cascos puestos.
Los personajes son puro Goosebumps. Sam es el típico protagonista que no sabe cuándo parar, pero tiene carisma. Luego está Mia, su amiga hacker que se comunica por walkie y siempre tiene una teoría loca (que suele ser cierta). El Hombre de las Sombras es el antagonista principal, pero también aparecen clásicos como Slappy el muñeco ventrílocuo, el Hombre Lobo de Fever Swamp, y hasta el Abominable Hombre de las Nieves de Pasadena. No todos tienen papeles grandes, pero cuando aparecen, lo hacen con estilo.
Y sí, hay referencias a los libros por todas partes. Desde pósters en las paredes hasta objetos coleccionables que son portadas clásicas. Incluso hay una misión donde tienes que entrar en una dimensión paralela que es literalmente una biblioteca viva con los libros de Goosebumps flotando y atacándote si eliges mal. Es fanservice bien hecho, sin pasarse de rosca.
En Nintendo Switch se juega de lujo. No es un port recortado, y aunque los gráficos no son punteros, el estilo visual —con ese toque de cómic oscuro y animación tipo stop-motion— se ve genial en portátil. Los controles están bien adaptados, y el rendimiento es estable incluso en los momentos más caóticos.
En resumen: Goosebumps: Terror in Little Creek es como meterte en un libro de R.L. Stine y que te lo cuente mientras te persigue. Tiene sustos, humor, decisiones chungas y un montón de guiños para los fans. Si te va lo narrativo con sabor a Halloween eterno, este juego te va a encantar. Y si no… bueno, siempre puedes apagar la consola antes de que Slappy te mire raro desde el menú.
Aquí os dejamos el tráiler del videojuego:





