Analizamos Next of Kin: Fidelity

Este juego es de esos que no vienen a darte fuegos artificiales ni explosiones por todos lados. Es más bien como meterte en la cabeza de alguien que está jodido por dentro. El prota, Bjorn, está atrapado en sus propios fantasmas, y tú te metes en su pellejo para intentar entender qué le pasó y cómo puede salir del pozo. No hay tiros, no hay carreras, pero sí hay mucha historia que te va calando poco a poco.

Visualmente tiene ese rollo pixelado que parece simple, pero está currado. No es que digas “wow, qué gráficos”, pero tiene su encanto. La música acompaña de lujo, muy ambiental, muy de meterte en la atmósfera. Hay momentos que te dejan con el corazón encogido, otros que te hacen pensar “este tío está fatal”.

El juego dura poco, unas 2-4 horitas, pero no se siente corto. Cada rincón tiene algo que contar, y si te paras a explorar bien, pillas detalles que te hacen entender mejor la movida de Bjorn. Hay varios finales, así que lo que haces importa. No es que tengas libertad total, pero sí te da la sensación de que tus decisiones tienen peso.

El ritmo es tranquilo, va sin prisas. Si buscas acción a saco, este no es tu juego. Pero si te mola meterte en una historia profunda, con drama, misterio y algún toque de humor negro, te va a enganchar. Es como leer un cómic interactivo, con algún puzzle facilito para que no te duermas, pero nada que te rompa la cabeza.

En Xbox Series X va como la seda. Sin tirones, sin bugs raros, todo fluido. No es un juego que exija mucho a la consola, pero se agradece que esté bien optimizado. Y si eres de los que les mola sacar todos los logros, aquí tienes unos cuantos para entretenerte.

En resumen: Next of Kin: Fidelity es como esa peli indie que ves una noche de lluvia, que te deja tocado pero bien. No es para todo el mundo, pero si te va el rollo introspectivo y las historias que te hacen pensar, te va a molar. No esperes explosiones, pero sí una experiencia que se te queda dentro.


Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: