Analizamos Ah, Love! Season 3

Este juego es como ese plan tranquilo de domingo por la tarde: no te exige nada, no te mete prisa, y encima te deja buen sabor de boca. La mecánica es sencilla pero resultona. Tienes dos corazones que están separados en un tablero, y tu misión es hacer que se junten. No los controlas directamente, sino que vas moviendo fichas para que ellos se desplacen por el camino que tú les montas. Es como montarles una cita romántica, pero en versión puzle. Y cuando se encuentran, hay fueguitos, brillitos, y tú te quedas con cara de “¡qué bonito, tío!”.

Los primeros niveles son un paseo. Te los ventilas en segundos y te crees el rey del amor. Pero no te confíes, que el juego tiene su mala leche escondida. A medida que avanzas, empiezan a aparecer obstáculos: muros, caminos que no llevan a ningún lado, fichas que se mueven en direcciones raras… y ahí ya tienes que parar, pensar, y montar el puzle con cabeza. Hay niveles que te hacen repetirlos varias veces porque te lías, y otros que te hacen sentir como un genio cuando los resuelves. La curva de dificultad está bastante bien, aunque tiene algún pico que te hace soltar un “¡pero qué me estás contando!” si te pilla con poca paciencia.

Lo bueno es que no hay presión. No hay cronómetro, ni vidas limitadas, ni penalizaciones por equivocarte. Si fallas, vuelves a intentarlo y punto. Es todo muy relajado, muy “tú a tu ritmo”. Y eso se agradece, sobre todo si vienes de jugar cosas más intensas. Aquí puedes parar, pensar, probar, equivocarte, y volver a probar sin que el juego te castigue.

Además, cada vez que pasas un par de niveles, te cae un logro. Es como si el juego te estuviera diciendo “bien hecho, máquina, sigue así”. Y tú, encantado. Si eres de los que les gusta coleccionar logros como si fueran trofeos, este juego te va a tener entretenido un buen rato. Y si lo juegas en varias plataformas, puedes sacarte un buen puñado de puntos sin romperte mucho la cabeza.

Visualmente, el juego es muy cuqui. Colores pastel, corazones por todas partes, y una estética que te mete en el rollo romántico sin empalagar. La música acompaña bien, no molesta, y tiene ese aire suave que te ayuda a concentrarte. No es que te vayas a poner el tema principal en bucle, pero tampoco te dan ganas de silenciarlo. Todo está pensado para que te relajes y disfrutes.

En resumen, Ah, Love! Season 3 es como ese snack dulce que no llena, pero te alegra el momento. Lo juegas, te relajas, piensas un poco, y cuando te das cuenta has pasado diez niveles y tienes una sonrisa tonta en la cara. No te exige nada, no te mete presión, y encima te hace sentir listo. Ideal para desconectar, para jugar en ratos muertos, o para cuando no te apetece complicarte la vida. Y oye, juntar corazones siempre tiene su encanto.


Aquí os dejamos un gameplay del mismo: