Bus World: el simulador donde conducir un autobús es más peligroso que pilotar un caza en Top Gun
Bus World en Xbox Series X es como si alguien hubiera mezclado Euro Truck Simulator con Mad Max, le hubiera echado un poco de Fallout, y lo hubiera servido en una taza de café humeante con sabor a caos. Y lo mejor: lo ha cocinado la gente de KishMish Games, que claramente se levantaron un día y dijeron “¿Y si hacemos un juego de autobuses… pero con radiación, volcanes y tormentas de arena?” Y lo hicieron. Y es glorioso.
Aquí no vas a llevar turistas a la playa ni niños al cole (bueno, a veces sí, pero con riesgo de que el cole esté en llamas). Bus World te lanza a escenarios que parecen sacados de una pesadilla post-apocalíptica, y te dice: “Conduce. Y no te estrelles.” Fácil de decir, difícil de hacer.
Los escenarios son tres y cada uno tiene su propia mala leche:
- Chernóbil: sí, el de verdad. Aquí no hay ositos ni picnic. Hay zonas contaminadas, carreteras que parecen haber sido bombardeadas, y una atmósfera tan densa que te dan ganas de ponerte una máscara aunque estés en tu salón. Conducir aquí es como jugar al escondite con la radiación. Hay rutas de evacuación, transporte de trabajadores, y misiones que te hacen sentir como el héroe de una peli soviética de los 80.
- California: el sol brilla… sobre incendios forestales. Aquí el drama es puro Hollywood: humo, llamas, carreteras cortadas, y misiones de rescate que te hacen sudar más que un examen sorpresa. El mapa está lleno de detalles: casas en llamas, helicópteros sobrevolando, y ese aire de “esto se va al carajo” que tanto nos gusta en los videojuegos.
- Turquía: terremotos, deslaves, y rutas que se desmoronan como galletas mojadas. Aquí el reto es mantener el bus en una sola pieza mientras el suelo decide que ya no quiere ser suelo. Hay misiones de transporte médico, evacuación, y alguna que otra entrega en zonas que parecen haber sido golpeadas por un gigante con resaca.
Los vehículos son una maravilla de variedad y personalidad. Hay autobuses soviéticos que parecen sacados de un museo, modernos eléctricos que se deslizan como mantequilla, y modelos escolares que te hacen sentir como si fueras a recoger a los niños… aunque los niños estén huyendo de una nube tóxica. Cada uno tiene su propio manejo, su propio sonido, y su propia forma de hacerte gritar “¡¿Por qué no frenas?!” mientras te deslizas por una pendiente cubierta de barro.
La jugabilidad es un festival de sorpresas. No es solo conducir. Es sobrevivir. Tienes que lidiar con condiciones extremas: visibilidad nula por el humo, caminos inundados, zonas minadas (sí, minadas), y pasajeros que no siempre están en su mejor momento. Hay misiones de todo tipo: rescate, transporte escolar, entrega de suministros, evacuación médica… incluso alguna que parece sacada de un documental de catástrofes. Y lo mejor: cada misión tiene su propio ritmo, su propia tensión, y su propia forma de hacerte sentir que estás haciendo algo importante.
Gráficamente, Bus World no va a ganar el GOTY por sus texturas, pero tiene algo que muchos juegos no tienen: atmósfera. Los escenarios están llenos de detalles que te meten de lleno en la acción: árboles ardiendo, cielos apocalípticos, pueblos abandonados, y efectos de partículas que te hacen sentir el calor, el polvo, el miedo. El humo, la lluvia, la niebla… todo afecta a la conducción. Y aunque los modelos de los personajes no son lo más expresivo del mundo, cumplen su función: están ahí para recordarte que no estás solo en este mundo loco.
El sonido es una joya. El rugido del motor, el crujido de la carrocería al pasar por un bache, las sirenas de emergencia, el viento golpeando el parabrisas… todo está cuidado. Incluso hay momentos en los que el silencio, roto solo por el traqueteo del motor, te pone los pelos de punta. La música aparece en los momentos justos, como un buen amigo que te dice “tranqui, lo estás haciendo bien” o “corre, que esto se va a pique”.
¿Y qué tal se juega en Xbox Series X? Como un guante. El rendimiento es sólido, los tiempos de carga son rápidos, y el mando responde como si estuviera hecho para esto. La vibración te hace sentir cada bache, cada frenazo, cada explosión cercana. Es una experiencia inmersiva, intensa, y sorprendentemente divertida.
En resumen: Bus World no es solo para fans de los simuladores. Es para cualquiera que quiera vivir una aventura distinta, que mezcle lo cotidiano con lo extraordinario, lo técnico con lo emocional. Es un juego que tiene alma, que te hace reír, sudar, y a veces gritarle a la pantalla. KishMish Games ha creado algo especial, algo que no sabías que necesitabas… hasta que te ves conduciendo un autobús escolar por una carretera en llamas mientras una nube tóxica se acerca por el horizonte.
Y entonces, lo entiendes: esto no es solo un juego de autobuses. Es una odisea sobre ruedas.
Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento:






