CLAWPUNK: cuando los gatos toman las armas, el neón explota y la PS5 maúlla de placer
CLAWPUNK en PS5 no es un juego, es una rave felina con esteroides, una explosión de neón, metal y garras afiladas que te lanza de cabeza a una distopía donde los gatos no solo mandan, sino que lo hacen con estilo, violencia y una banda sonora que podría resucitar a un punk muerto. Desarrollado por los genios de Kittens in Timespace y distribuido por Megabit Publishing, esto es lo que pasa cuando alguien dice “¿y si mezclamos cyberpunk, roguelite y gatos con armas?” y nadie les detiene.
La historia empieza como toda buena distopía: los humanos la han liado. Otra vez. Inteligencia artificial descontrolada, corporaciones corruptas, ciudades convertidas en vertederos tecnológicos... y en medio de todo eso, los gatos. Pero no los de TikTok, no. Estos son felinos con implantes, cicatrices, y un pasado oscuro. Han formado la resistencia: CLAWPUNK, una banda de guerrilleros peludos que se lanzan a recuperar Feral City, barrio por barrio, a base de explosiones, acrobacias y frases lapidarias tipo “miau, motherf***er”.
Cada gato es un personaje jugable con su propio lore, habilidades y actitud. Está Razor, el líder, un siamés con brazo robótico y mirada de “te reviento”. Luego viene Nyx, una gata negra que se teletransporta y lanza cuchillas como si fueran confeti. También está Tank, un Maine Coon blindado que parece un tanque con patas. Y así hasta nueve, cada uno más loco que el anterior. Lo mejor: puedes desbloquear sus historias con cinemáticas pixeladas que parecen sacadas de un VHS maldito. Drama, traición, venganza... y todo contado con maullidos y sintetizadores.
La jugabilidad es como si te metieras en una lavadora llena de dinamita. Es rápida, caótica, y te obliga a pensar en milésimas de segundo. Saltas, disparas, esquivas, haces parries con las garras, lanzas drones explosivos, hackeas torretas... y todo mientras la pantalla se llena de enemigos, efectos de luz y frases como “CLAWTASTIC!” o “PURRFECTION!” que te hacen sentir como si estuvieras en un arcade de los 90 con anfetas. Cada nivel es procedural, así que nunca sabes qué te espera: fábricas abandonadas, tejados llenos de francotiradores, túneles infestados de cucarachas robóticas... y siempre hay secretos, rutas alternativas, tiendas clandestinas donde puedes comprar mejoras como “garras de plasma” o “cola explosiva”.
Los enemigos son una galería de pesadillas tecnológicas. Hay drones con forma de ratón que te persiguen como si fueras queso, perros policía con sirenas en la espalda, ratas mutantes con mochilas jet, y jefes que parecen salidos de un mal viaje: uno es una lavadora gigante que te lanza calcetines explosivos, otro es un pulpo mecánico que hackea tu HUD y te obliga a jugar al revés. Cada uno tiene patrones únicos, y si no aprendes rápido, te hacen puré. Pero cuando los derrotas... oh, amigo. Explosiones, ralentí, música épica, y el gato protagonista haciendo una pose tipo “yo no pedí esta guerra, pero la voy a ganar”.
Las armas son otro festival. Hay pistolas que disparan rayos sónicos, escopetas que lanzan clavos, lanzallamas con forma de secador, y hasta una guitarra eléctrica que dispara ondas de sonido. Puedes combinarlas, mejorarlas, y crear builds absurdas como “gato ninja con doble katana y mochila de cohetes” o “francotirador invisible con granadas de confeti”. Y todo se siente bien gracias al DualSense: cada disparo, cada salto, cada zarpazo tiene su vibración, su resistencia, su sonidito. Es como si el mando estuviera vivo y te dijera “¡dale más fuerte, que esto se pone bueno!”
Gráficamente, CLAWPUNK es una joya pixelada. No es retro por nostalgia, es retro por actitud. Los sprites están animados con mimo, los escenarios tienen capas de profundidad, y los efectos de luz y partículas hacen que cada explosión parezca un cuadro de Kandinsky con esteroides. Hay detalles por todas partes: graffiti que cambia según el nivel, NPCs que te miran raro, pantallas que muestran noticias falsas del régimen humano... y todo con una paleta de colores que mezcla neón, óxido y sangre digital.
Y el sonido... madre mía. La banda sonora es una mezcla de synthwave, punk, metal industrial y maullidos distorsionados. Cada nivel tiene su tema, y cuando entras en combate, la música se acelera, se distorsiona, se vuelve loca. Hay momentos en los que todo explota, el bajo retumba, y tú estás ahí, con tu gato samurái, haciendo piruetas entre láseres como si fueras el protagonista de tu propio videoclip. Los efectos sonoros también son una delicia: disparos, explosiones, gruñidos, frases robóticas... todo te mete en el mundo y te hace sentir que estás en medio de una revolución felina.
En resumen: CLAWPUNK en PS5 es una experiencia. No es para todos, pero si te gustan los juegos con personalidad, con alma, con garras y actitud, este te va a enamorar. Es difícil, sí. Es caótico, también. Pero cada partida es una historia, cada muerte una lección, y cada victoria un rugido. Y cuando terminas una run y ves a tu gato en lo alto de Feral City, con la ciudad ardiendo detrás y la música a tope... sabes que has vivido algo especial.
Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento:






