Project Motor Racing en PS5: rugidos, reflejos y curvas que no perdonan

Project Motor Racing en PS5 es como si Ayrton Senna se hubiera reencarnado en un algoritmo con ganas de fiesta. Es velocidad con esteroides, simulación con alma, y un homenaje descarado a los que creen que el olor a goma quemada es mejor que el perfume caro.

Desarrollado por Straight4 Studios, el nuevo equipo de Ian Bell (sí, el mismo que nos dio Project CARS y luego se fue dando portazos), y con la ayuda inesperada de GIANTS Software (los reyes del tractor), este juego es un cóctel de pasión automovilística, tecnología puntera y un toque de “vamos a hacerlo como nos dé la gana”. Y se nota. Aquí no hay concesiones: o te gusta correr, o te vas a estrellar en la primera curva.

La historia… bueno, no hay drama familiar ni profecías ancestrales. Pero el modo carrera tiene su narrativa interna: empiezas como novato en categorías menores, con coches que suenan a licuadora enfadada, y vas escalando hasta pilotar prototipos que rugen como dragones metálicos. Hay decisiones que afectan tu trayectoria, contratos que te hacen pensar, y rivales que te miran mal desde el retrovisor. Es como un reality show de pilotos, pero sin cámaras ni confesionario.

La jugabilidad es donde el juego se pone serio. Las físicas Hadron a 720Hz (que suena a acelerador de partículas) y el sistema True2Track hacen que cada curva, cada frenada y cada charco tengan personalidad propia. Si entras pasado en Spa, no hay milagro que te salve. Pero si lo haces bien… oh, amigo, es como bailar con el asfalto. Puedes ajustar ayudas, cambiar el comportamiento del coche, y hasta activar un modo “yo solo quiero sentirme piloto sin acabar en el hospital”.

Los coches son una barbaridad. Más de 70 modelos repartidos en 13 clases, desde clásicos Group C que parecen salidos de una peli de los 80, hasta prototipos eléctricos que suenan como si Daft Punk hubiera diseñado un motor. Cada coche tiene su propio carácter, su rugido, su forma de decirte “no me toques si no sabes lo que haces”. Y los circuitos… 28 layouts en 18 pistas escaneadas con láser, incluyendo Spa, Daytona, Nürburgring y alguna joya oculta que te hace gritar “¿¡por qué no conocía esto antes!?”.

Gráficamente, en PS5 es un espectáculo. 60 fps estables, reflejos que te hacen replantearte la vida, y un sistema de iluminación que convierte cada carrera en una postal. Los interiores están recreados con un nivel de detalle enfermizo: puedes ver cómo vibra el retrovisor, cómo se empaña el parabrisas, y cómo tu piloto se agarra al volante como si estuviera en una montaña rusa sin cinturón.

El sonido es otro festival. Cada coche tiene su rugido, su silbido, su respiración mecánica. Las frenadas chillan, los motores gruñen, y cuando llueve, sientes cada gota como si estuvieras dentro del casco. No hay doblaje porque no hace falta: aquí hablan los neumáticos, los escapes y el silencio tenso antes de la salida.

Y sí, hay multijugador. Carreras online con matchmaking decente, eventos semanales, y un sistema de reputación que premia a los limpios y castiga a los kamikazes. También hay soporte para ligas privadas, repeticiones, y un modo foto que te permite presumir en redes como si fueras piloto de verdad. Spoiler: vas a usarlo mucho.

En resumen: Project Motor Racing en PS5 es un simulador con alma de arcade, un homenaje a la conducción pura y dura, sin florituras pero con toneladas de pasión. Es como si alguien hubiera dicho “hagamos el juego de carreras que siempre soñamos, sin pedir permiso”. Y lo hicieron. Si te gusta correr, ajustar reglajes y sentir que cada curva es una batalla, este juego es tu nuevo circuito favorito. Y si no… bueno, siempre puedes volver al tractor. Pero te vas a perder una joya con más caballos que sentido común.


Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: