Godbreakers en PS5: el roguelike que te convierte en dios, te destroza como mortal y te deja pidiendo otra ronda de caos divino

Godbreakers en PS5 es una fiesta de espadazos, poderes divinos y caos estratégico que te deja con ganas de gritar “¡uno más!” a las tres de la mañana. Si te va lo frenético, lo táctico y lo visualmente explosivo, este roguelike es tu nuevo altar.

Preparaos, porque Godbreakers no es solo otro hack 'n' slash con nombre épico. Es como si Hades se hubiera ido de fiesta con Risk of Rain y se hubieran traído de souvenir un sistema de combate que te hace sentir como un dios... pero uno que tiene que currárselo. Aquí no hay paseíto celestial: cada run es una batalla por la gloria, con enemigos que te quieren convertir en polvo estelar y mecánicas que te obligan a pensar mientras revientas cosas.

Lo primero que te atrapa es el sistema de clases. No son simplemente “guerrero, mago y ladrón”, no señor. Aquí eliges entre arquetipos que definen tu estilo de juego: uno más centrado en el cuerpo a cuerpo brutal, otro que se especializa en ataques a distancia con proyectiles que parecen salidos de un anime, y otro que juega con el control del campo, trampas y sinergias raras. Y lo mejor: puedes absorber habilidades de los enemigos que derrotas. Literalmente te comes su esencia y la conviertes en tu nuevo juguetito. ¿Te imaginas derrotar a un jefe que lanza rayos y luego tú puedes lanzar rayos? Pues eso.

Las armas son otro festival. No hay “espada básica” ni “arco meh”. Aquí tienes martillos que hacen temblar el suelo, guadañas que cortan el tiempo (literalmente ralentizan a los enemigos), y lanzas que se teletransportan al objetivo. Cada arma tiene su propio set de habilidades y efectos secundarios, y puedes combinarlas con los “fragments”, que son como runas que alteran tu build. ¿Quieres que tu martillo explote al impactar? ¿O que tu guadaña te cure al matar? Dale, el juego te deja experimentar como un alquimista loco.

Los enemigos... ay, los enemigos. No son carne de cañón. Hay bichos que se teletransportan, otros que te rodean en manada como si fueran fans de BTS, y jefes que parecen salidos de una pesadilla mitológica. Uno de ellos, por ejemplo, es una especie de titán de cristal que lanza ondas de choque y se regenera si no lo matas rápido. Otro es una serpiente divina que se divide en clones ilusorios. Cada jefe tiene mecánicas únicas y te obliga a cambiar tu estrategia. No puedes ir con la misma build y esperar sobrevivir. Y eso mola.

Visualmente, Godbreakers es un espectáculo. Colores saturados, efectos de partículas que te hacen sentir dentro de una tormenta de magia, y animaciones que tienen ese toque “anime pero con músculo”. Y en PS5 va como la seda: tiempos de carga mínimos, vibración háptica que te hace sentir cada golpe, y una fluidez que te permite encadenar combos como si fueras el coreógrafo de una pelea divina.

Y lo mejor de todo: cada run se siente diferente. No solo por los enemigos o el loot, sino porque el juego te empuja a probar cosas nuevas. ¿Te fue bien con el build de fuego? Genial, pero ahora te sale un fragmento que convierte tus ataques en hielo explosivo. ¿Lo ignoras o te tiras de cabeza? Esa toma de decisiones constante es lo que hace que Godbreakers tenga alma. No es solo matar y avanzar. Es construir tu leyenda, run tras run.

Así que si estás buscando un juego que combine acción frenética, personalización profunda, y ese toque de “voy a jugar solo 10 minutos” que se convierte en tres horas... Godbreakers es tu nuevo vicio. Y en PS5, con ese mando que vibra como si estuvieras tocando el cielo, la experiencia es divina.


Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: