Pacific Drive se adentra en lo ritual: bienvenido al susurro eterno con su nuevo DLC Whispers in the Woods

Whispers in the Woods no es solo un DLC, es el increíble nuevo contenido del juego Pacific Drive. Es como si Ironwood Studios hubiera abierto una puerta secreta en la Zona de Exclusión Olímpica y nos dijera: “¿Querías rareza? Pues toma dos tazas y un ritual con máscaras de madera”. Esta expansión nos lleva a una nueva región del mapa, más salvaje, más cerrada, más inquietante. Aquí no hay carreteras despejadas ni señales claras. Hay árboles que parecen susurrar tu nombre, caminos que se doblan como si estuvieran vivos, y estructuras que no sabes si fueron construidas por humanos o por algo que los imitó mal.

La nueva zona, conocida como “The Grove”, es un cambio de ritmo total. Si en el juego base la sensación era de estar escapando de una tormenta de ciencia ficción, aquí es como si te hubieras metido en un cuento de hadas oscuro. La vegetación lo cubre todo, la niebla es más espesa, y el sonido ambiente está cargado de crujidos, susurros y ecos que no sabes si vienen de tu radio o de tu cabeza. Es un lugar que te obliga a bajar la velocidad, a observar, a escuchar. Y eso, en un juego donde tu coche es tu refugio, se convierte en una experiencia casi espiritual.

Pero no todo es contemplación. Whispers in the Woods introduce nuevas anomalías que juegan con la percepción. Hay zonas donde el tiempo parece ralentizarse, otras donde tu coche se comporta como si estuviera poseído. Nuevos tipos de enemigos —o mejor dicho, presencias— aparecen en formas que no siempre puedes ver, pero sí sentir. Y lo mejor: no se trata de jumpscares baratos, sino de una tensión constante, de esa incomodidad que te hace mirar por el retrovisor aunque sepas que no hay nadie.

La narrativa también da un giro. Aquí no hay científicos ni experimentos fallidos. Hay creencias, hay rituales, hay un grupo de humanos que han decidido vivir en comunión con la Anomalía. Y no, no son hippies con buen rollo. Son fanáticos, son crípticos, y tienen sus propias reglas. Interactuar con ellos es como hablar con alguien que vive en otro plano de realidad. Te dan pistas, te confunden, te retan. Y todo esto está envuelto en una estética que mezcla el folclore del noroeste americano con el surrealismo más puro. Más que una historia, es una experiencia simbólica, casi poética.

En cuanto a mecánicas, el DLC no se queda corto. Se añaden nuevas herramientas para tu coche, como sensores que detectan presencias invisibles, mejoras que te permiten resistir zonas de distorsión temporal, y hasta una especie de “modo ritual” que te conecta con ciertos puntos del mapa. Todo esto se integra perfectamente con el loop jugable, sin romperlo ni complicarlo. Es como si el juego te dijera: “Ya sabes conducir. Ahora aprende a escuchar”.

Y sí, la música sigue siendo una maravilla. En esta expansión, el diseño sonoro se vuelve más orgánico, más tribal, más envolvente. Hay momentos en los que el rugido del motor se mezcla con cantos lejanos, y otros en los que el silencio es tan denso que parece una amenaza. Es un trabajo de audio que no solo acompaña, sino que construye mundo.

Lo más bonito de Whispers in the Woods es que no intenta ser más grande. Intenta ser más profundo. No te lanza decenas de misiones ni te abruma con coleccionables. Te da espacio para explorar, para perderte, para conectar. Y eso, en un medio donde todo suele ir a mil por hora, se agradece. Es un DLC que respeta tu tiempo, tu curiosidad y tu vínculo con el juego base.

En resumen: si Pacific Drive ya era una experiencia con alma, Whispers in the Woods es su corazón latiendo en la oscuridad. Es una expansión que no solo añade contenido, sino que expande el lenguaje del juego. Más atmósfera, más simbolismo, más sensaciones. Y sobre todo, más razones para seguir conduciendo hacia lo desconocido.


Aquí os dejamos el tráiler de lanzamiento: